jueves, 19 de marzo de 2009

Diamantes, Sirenos, Koré

Diamantes

Diamantes.
Lujosos y brillantes.
Joyas extravagantes.

Diamantes.
Piedras que los galantes
Regalan a sus amantes.

El mejor amigo de una mujer.
Le acompaña desde el amanecer
Y a muchas hace rejuvenecer.

Oh, diamante,
Allá donde eres abundante
Mucha guerra engendraste.

¿Cómo algo que puede embellecer
Y al Sol hace palidecer
Pudo tanta sangre verter?

Sirenos

Del mundo están ajenos.
No conocen de la tierra
La eterna guerra.
Son los sirenos.

No tienen nacionalidad;
No son Helenos
Ni tampoco Chilenos.
Pero tienen una gran bondad.

No juegan al ajedrez
Ni tampoco al balonmano,
Pues son mitad humano
Y mitad pez.

Los hay morenos
Y también castaños.
Para nada extraños
Son los sirenos.

Koré u Oda a la Diosa

Viva tú, gran diosa.
Cautiva pero poderosa,
Triste pero hermosa.

De los amables brazos de tu madre,
Por el señor de los reinos abisales,
Fuiste arrancada como los cereales.

Nuestra vida depende de tus caprichos.
A quien quieres envías a sus nichos,
Nos los arrancas como a los bichos.

Ante el jurado la ultimísima palabra
Adquiriste de forma tan macabra
Que tan sólo has de decir abracadabra.

Seis semillas de granada te retienen
Mientras los inviernos los campos mermen
Y los ojos de tu madre de agua se llenen.

Tu nombre pronunciar nos aterra,
Aunque no nos traigas guerra,
Sino por lo que él encierra.

Viva tú, gran diosa.
Cautiva pero poderosa,
Triste pero hermosa.

Oh, gran Perséfone, la Doncella,
En el Inframundo una estrella
Y en la Tierra una huella.

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