viernes, 19 de noviembre de 2010

Diez Drabbles: III - I ♥ Strawberry

A petición de: Zephyrus

Fandom
: Scott Pilgrim

Personajes: Wallace Wells, Scott Pilgrim

I ♥ Strawberry

Scott se levantó temprano aquel día, sobre las cinco o séis. De la tarde. Hacía un par de días que no veía a Ramona y no contestaba al móvil. “Estará ocupada trabajando”, pensó. Así que decidió hace lo mismo que hizo para conocerla: hacer un pedido en Amazon.ca.

–Wallace –llamó–, ¿dónde tienes tu tarjeta de crédito? Me he olvidado del número. –Nadie contestó–. ¿Wallace?

Entonces cayó en la cuenta de que Wallace no estaba. Empezó, pues, a buscar por todas partes la tarjeta de crédito.

Nada más abrir el primer cajón abrió había una caja que tenía escrito con rotulador permanente rojo “No abrir bajo ninguna circunstancia. Scott, que te estoy viendo”.

Muerto de curiosidad, abrió la caja. Dentro había otra más pequeña que también tenía algo escrito: “Scott, puta, tu madre y yo estamos muy decepcionados contigo”.

Scott, que como ya sabemos a estas alturas no pilla bien las indirectas, abrió esta caja también.

Dentro se hallaba un pequeño bloc de notas repleto de fresas decorativas y la palabra Strawberry por todas partes. En una hoja estaba escrito “pao, pao, pao”, subrayado tres veces, entre otras cosas.

–Aquí no hay nada –se quejó Scott–. ¡Ah! ¡Espera! ¿No se habrá guardado el número automáticamente de la última vez que hice un pedido?

Scott se puso al ordenador de Wallace –el único que había, en verdad– y clicó en el icono de Internet. Se abrió directamente en un vídeo de YouTube con título en japonés. Scott, curioso, se dispuso a verlo. Sería la peor decisión que haría en su vida.

Entonces empezó a sonar la música.

(…)

Eran las ocho de la noche cuando Wallace llegó a casa. Había tenido una cita con Móvil durante todo el día, pero su mente andaba en otra cosa.

Había comprado una bolsa entera de fresas, su nueva obsesión –con el permiso de las margaritas y otros cócteles– desde hacía unas semanas.

–Scott, putilla, he vuelto –dijo mientras abría la puerta–. ¿Has hecho algo interesante hoy? ¿Algún exnovio malvado contra el que hayas luchado u otra menor asiática a la que hayas corrompido?

En cierto modo no se sorprendió al ver a Scott en posición fetal en la Esquina de Dar Pena: no era la primera vez –ni sería la última– que se traumatizaba por algo. Aún recordaba el día que Kim le enseñó 2Girls1Cup.

–Vale, ¿qué tripa se te ha roto ahora? ¿Has visto Mr. Hands o qué? –Entonces reparó en el ordenador–. ¡¿Has estado hurgando en mis cosas?!

Wallace se dispuso a apagar el ordenador, que aún reproducía el vídeo. Sin embargo, era mayor a sus fuerzas: en pantalla aparecían tres hombres vestidos de mujeres cantando en japonés.

A Wallace le encantaba en concreto uno de ellos; el más robusto, con el pelo a lo afro y sin depilar. En la caja también había foto de este hombre, pero con gafas dibujadas.

–Oh –murmuró Wallace, totalmente embelesado–, te amo, Strawberry Yazima. ♥

sábado, 6 de noviembre de 2010

Diez Drabbles: II - De (-) conejos y (+) zanahorias

A petición de: Miia

Fandom: Organization XIII Rol

Personajes: Kerloxsand, Gilleux y ¿Conejo blanco?

De (-) conejos y (+) zanahorias

El eterno cielo negro de El Mundo Inexistente está encapotado. ¿Quién lo desencapotará? El incorpóreo que lo desencapote buen incorpóreo desencapotador será.

Estas palabras pensaba Gilleux desde la ventana de su habitación de El Castillo del Olvido, lo que denotaba su aburrimiento.

—Ojalá —pensaba— estuviera Leksi aquí conmigo.

Se ruborizó sólo de pensar en su amada Leksi, la humana.

Pero, sin previo aviso, apareció un conejo blanco con americana y reloj de bolsillo por la puerta, gritando:

—¡Que tarde es, qué tarde es! ¡Me voy, me voy, me voy! ¡Me cortará la cabeza!

Curioso, Gilleux corrió tras de él. Cualquier cosa era mejor que pensar absurdos trabalenguas que nunca existieron.

Varios pasillos corrió hasta toparse con una puerta que jamás había visto. La abrió sin dudarlo y en seguida se encontró en un extraño jardín de zanahorias.

—¿Qué mundo es este? ¿Bosque de los Cien Acres, tal vez? Parece la casa de Conejo... No el blanco, el otro —intentó corregirse—. Uff, me estoy haciendo la picha un lío.

—¡Picha! —sonó una voz detrás de él.

El incorpóreo dio la vuelta, pero no encontró más que zanahorias.

—¿Quién anda ahí?

—¡Una zanahoria! —dijo la voz.

Gilleux miró al suelo y se sorprendió aún más, pues quien había hablado había sido una zanahoria deforme. Espera, no era una zanahoria...

—¿Es eso una...?

—¡CHORRA! —gritó la voz.

Acto seguido, de la tierra salió un hombre pelirrojo completamente desnudo. Sí: la zanahoria era su péndulo genital. Gilleux no tardó en reconocer al hombre bajo las manchas de tierra húmeda.

—¿Kerloxsand? ¿Qué estás...? —Gilleux no pudo terminar su frase dado que estaba demasiado ocupado mirando aquel hipnótico péndulo—. ¿Cómo has llegado ahí?

—Contraté al conejo para que te trajera aquí a cambio de no cortarle la cabeza. Y ahora, SIENTE EL PODER DE LA CHORRA QUE NUNCA TUVO INTENCIÓN DE SER PERO QUE FUE DE TODAS FORMAS.

No hubo que repetírselo dos veces: en apenas cinco segundos, el joven incorpóreo se hallaba también desnudo.

—Eso sí que es rapidez —dijo Kerloxsand—. ¿Dónde has conseguido esa velocidad?

—Es el resultado de diecisiete años sin mojar.

—¿Qué edad tienes, chaval?

—Dieciséis, diecisiete, ¡¿a quién le importa?! ¡FOLLEMOS!

Gilleux se abalanzó hacia Kerloxsand con su metafórico sable en alto, y justo cuando iba a empezar a hacer cosas impuras con su superior... despertó.

—¡NOOO! ¡Joder, no! —Se levantó apresurado de su cama y miró su reloj de conejitos en la mesa, que señalaba las cinco de la mañana—. Jooo, sólo era un sueño.

Alguien tocó entonces en su puerta.

—Nº XXI, despierta. —Era la voz de Kerloxsand—. Tenemos una misión en El Bosque de los Cien Acres. Algo sobre unas zanahorias o por el estilo.

Con una nueva esperanza en el corazón, Gilleux se levantó y cambió su pijama de conejos por el uniforme de la Organización. Eso sí: sin calzoncillos, que estorbaban.